No te enamores de un colibrí
Si no cometiéramos errores
No habría nada que aprender.
Si no tuviéramos temores,
Nada quedaría por trascender.
Si fuéramos seres perfectos,
acá nada tendríamos que hacer.
Si no existieran los opuestos,
La vida no tendría razón de ser.
Arnau De Tera
No te enamores de un colibrí
Suele ser observado, desde Alaska hasta Tierra del Fuego, en jardines, parques, bosques serranos y reservas naturales, pero es muy escurridizo y se deja ver sólo por algunos pocos.
Los puntos suspensivos
quedaron en el aire y con esa frase captó la atención del resto quienes
recibieron con agrado ese “cumplido” que para mí tenía otro significado. Esa
vez no dije nada porque sólo él y yo sabemos sobre complicidades, miradas,
gestos y expresiones que conectan corazón con corazón. Así que dejé pasar su
comentario, sonreí con un leve sonrojo en mis mejillas, el resto siguió con el
parloteo y yo me quedé pensando en si agregaba o no color a ese ser que,
desplegando sus alas, pedía libertad.
Su vuelo y su velocidad, es
otra de sus características, ya que, debido a su rapidez, posa de flor en
flor mientras bebe y se alimenta de su dulce néctar.
¡Cómo me gusta dibujar flores
por Dios! Flores en mis agendas mientras estoy en reuniones de trabajo. Flores
en mis apuntes de estudio. Flores en servilletas mientras estoy en un bar.
Flores en cualquier lugar y en cualquier momento. Hasta hay flores en mi mente
mientras estoy floreciendo... flores y más flores por allá y flores por acullá.
Ellas me permiten pensar y son símbolo de mi creatividad. Hasta podría decir
que, cuando me pongo en "modo creativo", es cuando mi mente más
necesita escapar de la realidad y crear. Sí, claramente dibujar flores es uno
de mis escapes favoritos de la realidad y los momentos donde mi mente crea y
recrea otras realidades posibles.
El colibrí es un espíritu
libre y como tal, decide cuándo, dónde y junto a quién posar, así que no
intentes nunca tener un colibrí en cautiverio porque si bien te amará,
permanecerá a tu lado y tal vez viva más tiempo del establecido (su promedio de
vida es de 4 a 15 o 17 años), se sentirá esclavo y, apenas abras su jaula,
volará tan rápido y lejos que difícilmente puedas volver a atrapar su vuelo...
no por nada sus alas se mueven alrededor de 60 veces por segundo.
El colibrí, también llamado
Náhuatl (colibrí izquierdo) o Huitzilopochtli (Colibrí Zurdo), en algunas
culturas ancestrales como la mexicana, es el dios de la guerra
y representa la fuerza de voluntad, la tenacidad y la resistencia en la
búsqueda de sus sueños. Hasta se cree que es uno de los cuatro animales de
poder que brindan asistencia y protección en distintos ámbitos de la vida
porque suelen ser seres sumamente transformadores.
—Son especiales esos pájaros.
Los pueblos originarios los veneraban— me dijo una vez Gastón— que había visto
una publicación en mis estados de WhatsApp. Acto seguido, me compartió la
leyenda del colibrí y me dijo que, al verlo, se acordó de mí, por eso le
parecía oportuno enviarlo. La narración, que comparto a continuación, me
pareció una de las más hermosas que había leído y se asemejaba a lo que venía
vibrando desde hace rato.
Cuentan las historias de
nuestros abuelos, que cuando los aztecas caminaban en busca de la tierra
prometida, una pequeña ave los guiaba en su peregrinar, se trataba de un
colibrí, cuyo zumbido hacía un sonido que les decía “fuerza”. Desde entonces,
para ellos Huitzilopochtli era su más grande deidad, sin embargo, el
significado de esta palabra en náhuatl es Colibrí izquierdo, y es así como
ellos entendían que, como guerreros, la guerra más grande a la que se tenían
que enfrentar era la Batalla Florida, es decir, la vida misma; dentro de la
cual había que vencer al más grande enemigo: el Necoc Yaotí o el Guerrero de
Uno mismo.
Recuerdo que, en invierno, la
época más fría del año y del país, me hice tatuar un colibrí en el lado
izquierdo del cuello. Esa vez no tenía
ni planificado realizarme un tatuaje, pero como era un regalo, acepté la
propuesta y sin dar muchas vueltas, en plena autopista, decidí que quería un
colibrí. Justo al lado de mi oído pedí que lo hagan, para que me susurre sobre
la importancia de vivir el aquí y el ahora. Vivir el tiempo presente, sin
pensar en ayer ni en el mañana.
Creo que siempre me sentí una
colibrí, pero no me había dado cuenta. De alguna u otra manera, estaba presente
en mi vida y se expresaba de diferentes formas, pero nunca lo puse en palabra.
Lo tenía representado en dijes, frases o se aparecía en sueños e incluso, venía
de visitas durante las tardes de verano en San Antonio de Arredondo. En mi
interior, en mi esencia o en mi alma, sentía el aleteo de un colibrí, sin
embargo, hoy que lo pienso me pregunto, si tanto amaba al pájaro, ¿por qué
elegí ser jaula?
¿Por qué tengo la sensación de
que te tengo enjaulado en mis pensamientos? ¿Por qué siendo las 7 de la mañana
no puedo dormir porque te tengo atravesado en mi mente, en mi cuerpo y en mi
corazón? ¿Por qué me duele tanto tu límite? (...) espero puedas comprender
los límites que los otros construyen me escribiste en un mensaje de texto y
lo expresaste tantas veces como pudiste.
Lo comprendí y lo acepto por
eso decidí alejarme aunque cueste y sea contra mi voluntad... ¿Por qué será que
elegiste levantar un muro? ¿Qué fue lo que te hizo trazar ese límite? ¿era
necesario? Creo que no, pero es mi punto de vista y, al parecer, no vas a
agregar más palabras de las expresadas. Ambos somos colibríes mi querido. Dos
almas libres que coincidieron sus miradas cuando una tarde se reencontraron en
una reunión laboral.
Como decía, los científicos
afirman que el colibrí tiene el cerebro y el corazón más grande en el mundo de
las aves en proporción a su tamaño corporal, por eso se cree que es una de las
aves más inteligente del reino animal y además, ️ es más corazón que cuerpo, es
puro amor, es fuerza, es voluntad. Incluso los estudiosos sostienen que el
latido de su corazón puede alcanzar un máximo de alrededor de 1200 latidos por
minuto.
¡Ay pequeño colibrí, cómo late
tu corazón cuando se enamora... cómo piensa en la otra persona todo el
tiempo... pero ¡Cuidado! no va a ser que te pase como el cuento "el
ruiseñor y la rosa" de Oscar Wilde. Ese colibrí, tiñó una rosa roja con la
sangre de su propio corazón por pensar que podía salvar al joven estudiante.
Son las 8 de la mañana, ya
debo levantarme pero no puedo dejar de escribir. Siento que debo expresar con
palabras todo lo que tengo adentro porque sino, no podré volver a conciliar el
sueño.
Estas líneas me recuerdan
cuando posé mi mano sobre tu pecho y le pregunté a tu corazón porqué latía tan
fuerte, qué le pasaba, qué sentía... y su respuesta fue "estoy enamorado...".
Vos no dijiste nada. Yo no
dije nada. Sólo hice silencio. Pero mi corazón entendió al tuyo y le dijo que
también se había enamorado de ti cariño.
Otra cuestión importante que
quisiera destacar del colibrí, ave pequeña, veloz, de espíritu libre e
inteligente y de gran corazón, es que decide cuándo, dónde y junto a quién
posar. Para algunos, es símbolo de la libertad y admiración. Para otros, es un
pájaro egoísta porque no se deja atrapar e incluso, muchos, quieren imitar su
vuelo.
Este colibrí que escribe, no
sólo utiliza sus alas y su imaginación para volar sino que, cuando abraza, envuelve a las personas y da los
abrazos más cálidos y sinceros del universo. Vos no te dejás abrazar cariño.
Las veces que intenté hacerlo, pusiste resistencia y tu cuerpo se entumecía.
Pude sentir esa la lucha entre querer y no poder.
Como buena colibrí, me gustaría decirte que no intentes imitar un colibrí porque también tiene el poder de seducción. Querrás atraparlo, poseerlo y hasta parecerte a él pero es importante que sepas que, al igual que el colibrí, debés reconocer tu propio vuelo, tus propias armas de seducción.
Sí, lo sé, tu amiga se cansa de repetirte que sos seductora y con eso, habilitás al otro a avanzar... También sabés que con el aleteo de tus alas, lograste alcanzar su mente y enamorar su corazón... por eso sentís que hoy tenés en tu mano izquierda su gran corazón, en la derecha, sus pensamientos y en todo el cuerpo, su alma.
Lo
siento cariño. No fue intencional. No sé qué pasó. No sé qué nos pasó. Sólo
puedo pedir perdón por generar esto en vos. Siento que de un momento a otro,
todo se transformó. Te juro que yo no quise. Pasó todo muy rápido. No éramos
nada y en poco tiempo, fuimos y nos pasó todo ¿será amor? ¿Será el amor después
del amor? No lo sé y tampoco sé si alguna vez lo descubriré.
No
puedo parar de llorar. Las lágrimas nublan mi vista y no me dejan escribir.
Cierro los ojos y escucho mis voces interiores:
—No te ilusiones— me
dice el ego.
—Sigue tu intuición,
espíritu soñador— me dice el alma.
—¿Qué sentís— me
pregunta el corazón... Voces, voces y más voces...
Sólo
sé que me siento rota por dentro, pero escribir me es liberador.
Todavía
me pregunto ¿por qué me dolió el corazón? si no había nada, pasó de todo, pero
no había nada al fin... ¿no había nada? Y si en realidad ¿hay algo?
—Ese
dolor que sentís en tu pecho, son tus barrotes rotos— susurra el colibrí, sin
color, tatuado en mi lado izquierdo.
Una amiga me dijo hace unos días "dejalo ir
porque te rompió en cien mil partes. lo que te dijo te dolió y eso no es
amor. Sin embargo, en el fondo, bien en el fondo de este corazón, mi alma
me dice, fue y es amor. Este colibrí verá qué hace con eso. Mientras tanto,
paso por estos lares para decirte y advertir cariño, no te enamores de un
colibrí...
Comentarios
Publicar un comentario