No te enamores de un colibrí

 

Si no cometiéramos errores

No habría nada que aprender.

Si no tuviéramos temores,

Nada quedaría por trascender.

Si fuéramos seres perfectos,

acá nada tendríamos que hacer.

Si no existieran los opuestos,

La vida no tendría razón de ser.

 

Arnau De Tera

 

 

 

No te enamores de un colibrí

El colibrí, también conocido como picaflor, es un ave muy pequeña, de colores variados y muy vívidos que se alimenta del néctar de las flores y de algunos insectos.
Suele ser observado, desde Alaska hasta Tierra del Fuego, en jardines, parques, bosques serranos y reservas naturales, pero es muy escurridizo y se deja ver sólo por algunos pocos.
— A mi colibrí le hace falta color— dije una vez en voz alta cuando estaba reunida con amigos mientras charlábamos sobre el pequeño pájaro con bordes negros que surcaba mi cuello. Darío, cazó al vuelo mi comentario y, mirándome a los ojos dijo “No lo necesitás porque tus palabras son de colores...”

Los puntos suspensivos quedaron en el aire y con esa frase captó la atención del resto quienes recibieron con agrado ese “cumplido” que para mí tenía otro significado. Esa vez no dije nada porque sólo él y yo sabemos sobre complicidades, miradas, gestos y expresiones que conectan corazón con corazón. Así que dejé pasar su comentario, sonreí con un leve sonrojo en mis mejillas, el resto siguió con el parloteo y yo me quedé pensando en si agregaba o no color a ese ser que, desplegando sus alas, pedía libertad.

Su vuelo y su velocidad, es otra de sus características, ya que, debido a su rapidez, posa de flor en flor mientras bebe y se alimenta de su dulce néctar.

¡Cómo me gusta dibujar flores por Dios! Flores en mis agendas mientras estoy en reuniones de trabajo. Flores en mis apuntes de estudio. Flores en servilletas mientras estoy en un bar. Flores en cualquier lugar y en cualquier momento. Hasta hay flores en mi mente mientras estoy floreciendo... flores y más flores por allá y flores por acullá. Ellas me permiten pensar y son símbolo de mi creatividad. Hasta podría decir que, cuando me pongo en "modo creativo", es cuando mi mente más necesita escapar de la realidad y crear. Sí, claramente dibujar flores es uno de mis escapes favoritos de la realidad y los momentos donde mi mente crea y recrea otras realidades posibles.

El colibrí es un espíritu libre y como tal, decide cuándo, dónde y junto a quién posar, así que no intentes nunca tener un colibrí en cautiverio porque si bien te amará, permanecerá a tu lado y tal vez viva más tiempo del establecido (su promedio de vida es de 4 a 15 o 17 años), se sentirá esclavo y, apenas abras su jaula, volará tan rápido y lejos que difícilmente puedas volver a atrapar su vuelo... no por nada sus alas se mueven alrededor de 60 veces por segundo.

El colibrí, también llamado Náhuatl (colibrí izquierdo) o Huitzilopochtli (Colibrí Zurdo), en algunas culturas ancestrales como la mexicana, es el dios de la guerra y representa la fuerza de voluntad, la tenacidad y la resistencia en la búsqueda de sus sueños. Hasta se cree que es uno de los cuatro animales de poder que brindan asistencia y protección en distintos ámbitos de la vida porque suelen ser seres sumamente transformadores.
—Son especiales esos pájaros. Los pueblos originarios los veneraban— me dijo una vez Gastón— que había visto una publicación en mis estados de WhatsApp. Acto seguido, me compartió la leyenda del colibrí y me dijo que, al verlo, se acordó de mí, por eso le parecía oportuno enviarlo. La narración, que comparto a continuación, me pareció una de las más hermosas que había leído y se asemejaba a lo que venía vibrando desde hace rato.

Cuentan las historias de nuestros abuelos, que cuando los aztecas caminaban en busca de la tierra prometida, una pequeña ave los guiaba en su peregrinar, se trataba de un colibrí, cuyo zumbido hacía un sonido que les decía “fuerza”. Desde entonces, para ellos Huitzilopochtli era su más grande deidad, sin embargo, el significado de esta palabra en náhuatl es Colibrí izquierdo, y es así como ellos entendían que, como guerreros, la guerra más grande a la que se tenían que enfrentar era la Batalla Florida, es decir, la vida misma; dentro de la cual había que vencer al más grande enemigo: el Necoc Yaotí o el Guerrero de Uno mismo.

Recuerdo que, en invierno, la época más fría del año y del país, me hice tatuar un colibrí en el lado izquierdo del cuello.  Esa vez no tenía ni planificado realizarme un tatuaje, pero como era un regalo, acepté la propuesta y sin dar muchas vueltas, en plena autopista, decidí que quería un colibrí. Justo al lado de mi oído pedí que lo hagan, para que me susurre sobre la importancia de vivir el aquí y el ahora. Vivir el tiempo presente, sin pensar en ayer ni en el mañana.

Creo que siempre me sentí una colibrí, pero no me había dado cuenta. De alguna u otra manera, estaba presente en mi vida y se expresaba de diferentes formas, pero nunca lo puse en palabra. Lo tenía representado en dijes, frases o se aparecía en sueños e incluso, venía de visitas durante las tardes de verano en San Antonio de Arredondo. En mi interior, en mi esencia o en mi alma, sentía el aleteo de un colibrí, sin embargo, hoy que lo pienso me pregunto, si tanto amaba al pájaro, ¿por qué elegí ser jaula?

¿Por qué tengo la sensación de que te tengo enjaulado en mis pensamientos? ¿Por qué siendo las 7 de la mañana no puedo dormir porque te tengo atravesado en mi mente, en mi cuerpo y en mi corazón? ¿Por qué me duele tanto tu límite? (...) espero puedas comprender los límites que los otros construyen me escribiste en un mensaje de texto y lo expresaste tantas veces como pudiste.

Lo comprendí y lo acepto por eso decidí alejarme aunque cueste y sea contra mi voluntad... ¿Por qué será que elegiste levantar un muro? ¿Qué fue lo que te hizo trazar ese límite? ¿era necesario? Creo que no, pero es mi punto de vista y, al parecer, no vas a agregar más palabras de las expresadas. Ambos somos colibríes mi querido. Dos almas libres que coincidieron sus miradas cuando una tarde se reencontraron en una reunión laboral.

Como decía, los científicos afirman que el colibrí tiene el cerebro y el corazón más grande en el mundo de las aves en proporción a su tamaño corporal, por eso se cree que es una de las aves más inteligente del reino animal y además, ️ es más corazón que cuerpo, es puro amor, es fuerza, es voluntad. Incluso los estudiosos sostienen que el latido de su corazón puede alcanzar un máximo de alrededor de 1200 latidos por minuto.

¡Ay pequeño colibrí, cómo late tu corazón cuando se enamora... cómo piensa en la otra persona todo el tiempo... pero ¡Cuidado! no va a ser que te pase como el cuento "el ruiseñor y la rosa" de Oscar Wilde. Ese colibrí, tiñó una rosa roja con la sangre de su propio corazón por pensar que podía salvar al joven estudiante.

Son las 8 de la mañana, ya debo levantarme pero no puedo dejar de escribir. Siento que debo expresar con palabras todo lo que tengo adentro porque sino, no podré volver a conciliar el sueño.

Estas líneas me recuerdan cuando posé mi mano sobre tu pecho y le pregunté a tu corazón porqué latía tan fuerte, qué le pasaba, qué sentía... y su respuesta fue "estoy enamorado...".  Vos no dijiste nada. Yo no dije nada. Sólo hice silencio. Pero mi corazón entendió al tuyo y le dijo que también se había enamorado de ti cariño.

Otra cuestión importante que quisiera destacar del colibrí, ave pequeña, veloz, de espíritu libre e inteligente y de gran corazón, es que decide cuándo, dónde y junto a quién posar. Para algunos, es símbolo de la libertad y admiración. Para otros, es un pájaro egoísta porque no se deja atrapar e incluso, muchos, quieren imitar su vuelo.

Este colibrí que escribe, no sólo utiliza sus alas y su imaginación para volar sino que, cuando abraza,  envuelve a las personas y da los abrazos más cálidos y sinceros del universo. Vos no te dejás abrazar cariño. Las veces que intenté hacerlo, pusiste resistencia y tu cuerpo se entumecía. Pude sentir esa la lucha entre querer y no poder.

Como buena colibrí, me gustaría decirte que no intentes imitar un colibrí porque también tiene el poder de seducción. Querrás atraparlo, poseerlo y hasta parecerte a él pero es importante que sepas que, al igual que el colibrí,  debés reconocer tu propio vuelo, tus propias armas de seducción.

 Sí, lo sé, tu amiga se cansa de repetirte que sos seductora y con eso, habilitás al otro a avanzar...  También sabés que con el aleteo de tus alas, lograste alcanzar su mente y enamorar su corazón... por eso sentís que hoy tenés en tu mano izquierda su gran corazón, en la derecha, sus pensamientos y en todo el cuerpo, su alma.

Lo siento cariño. No fue intencional. No sé qué pasó. No sé qué nos pasó. Sólo puedo pedir perdón por generar esto en vos. Siento que de un momento a otro, todo se transformó. Te juro que yo no quise. Pasó todo muy rápido. No éramos nada y en poco tiempo, fuimos y nos pasó todo ¿será amor? ¿Será el amor después del amor?  No lo sé y tampoco sé si alguna vez lo descubriré.

No puedo parar de llorar. Las lágrimas nublan mi vista y no me dejan escribir. Cierro los ojos y escucho mis voces interiores:
—No te ilusiones— me dice el ego.
—Sigue tu intuición, espíritu soñador— me dice el alma.
—¿Qué sentís— me pregunta el corazón... Voces, voces y más voces...

Sólo sé que me siento rota por dentro, pero escribir me es liberador.

Todavía me pregunto ¿por qué me dolió el corazón? si no había nada, pasó de todo, pero no había nada al fin... ¿no había nada? Y si en realidad ¿hay algo?

—Ese dolor que sentís en tu pecho, son tus barrotes rotos— susurra el colibrí, sin color, tatuado en mi lado izquierdo.

Una amiga me dijo hace unos días "dejalo ir porque te rompió en cien mil partes. lo que te dijo te dolió y eso no es amor. Sin embargo, en el fondo, bien en el fondo de este corazón, mi alma me dice, fue y es amor. Este colibrí verá qué hace con eso. Mientras tanto, paso por estos lares para decirte y advertir cariño, no te enamores de un colibrí...

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