El permitido

 

El placer de los puntos suspensivos

es que hacen cosquillas en la imaginación.

Pero, dependiendo de quién vengan…

Pueden sonar a suspiro...

respiración en el cuello o en la imaginación.

 

El permitido
 

Sábado. Día de permitidos. Día de placeres mundanos, de grandes banquetes y salidas. Día en que suelen estar admitidas aquellas comidas que nos tientan, que deseamos y que, según algunos especialistas, es fundamental que las personas no se priven de lo que les gusta.

Generalmente, quienes eligen el camino del permitido, esperan ansiosos la llegada de ese momento para darse una panzada o un atracón (dependiendo de cómo se mire) de aquello que se privaron durante un tiempo.

Me pregunto si es positivo tener un día de permitidos a la semana y hasta qué punto. ¿Cuándo un permitido deja de convertirse en tal? ¿El permitido es legal, autorizado, consentido y legítimo? Si se lo piensa en términos de placer, ¿quién o qué sería un permitido? Más allá del tipo de permitido, lo más importante es el principio del placer, la gratificación inmediata y casi primitiva del instinto animal que simboliza el ello, el deseo y la pulsión.

En fin, un sábado al caer la tarde, casi sin planificar y de manera causal, la espera de un encuentro y la suma de deseos acumulados dio lugar a que dos personas pudieran degustar el exquisito y dulce sabor del pecado. ¿Por qué pecado? porque fue una transgresión consicente, deseada, imaginada, buscada y, tarde o temprano, lo que uno desea se transforma en realidad. Así fue como ambos se conviertieron en su mayor conquista y no fue tanto el deseo sino el objeto de deseo lo que los llevó a ese punto.

Un él y una ella. Un Adán y una Eva. Ellos, atraídos por el deseo, por una conexión especial e inexplicable y movidos por la curiosidad, se juntaron para degustar-se y disfrutar-se cual frutas prohibidas ya que desde el momento en que sus miradas se cruzaron, comenzaron a desearse de una forma desenfrenada.Tal vez, él, incentivado por ella, o tal vez ella se dejó llevar, se encontraron con un único fin: comerse eso que tenían pendiente hacía mucho tiempo.

Esa noche, la boca hambrienta de él y la sedienta de ella, ambas colmadas de apetito y sed, fueron suficiente para dar inicio a un banquete especialmente preparado para la ocasión. Si bien siempre quisieron concretar este encuentro, no podían coincidir por distintos motivos o quizá motivados por el miedo a vivir la experiencia. Eso nunca lo vamos a saber. No tenían ni idea qué iba a pasar el día después dado que en el país se estaba disputando una elección muy importante. 

Sin embargo, nada importanba más que saciar un deseo que venía creciendo desde hace meses e incluso años y para esa altura, ya era insostenible a la distancia y en el tiempo.

Ella mandó su ubicación y él llegó puntual. Tocó a la puerta. Ella abrió e intercambiaron estas palabras

Hola querida.

— Hola cariño

Lo estaba esperando y él fue a buscarla. Intercambiaron algunas palabras más, pero éstas sobraron y fueron innecesarias. Apenas pudieron y se sintieron habilitados a avanzar sobre “el plato” que estaba servido a temperatura ambiente, comenzaron a besarse con una pasión y desenfreno que ya nada podía parar semejante festín. En segundos, “la comida” pasó de estar tibia a estar muy caliente.

Él avanzó a directo a su boca y comenzó a besarla. Siguió por el cuello mientras que las manos de ambos sintieron las texturas de las telas y pieles que cubrían sus cuerpos. Respiración agitada, manos que subían y bajaban, el deseo a flor de piel, nada alcazaba para comer lo que estaba tan al alcance. Lo prohibido de estar juntos estimulaba aún más el erotismo y la excitación que expresaban el lado más oscuro y perverso de ambos.

Ella, una Eva. Él, un Adán, una noche de primavera, se encontraron. Se dejaron llevar por el deseo más primitivo e incontrolable y se comieron hasta saciar su hambre sexual. Hubo mucha pasión, entrega de cuerpo y alma, pero sobre todo, exceso de amor.

Comentarios

Entradas populares de este blog

No te enamores de un colibrí

Un paseo...